Videojuego «Papers, Please»: la opresión y explotación en la sociedad de clases

A simple vista, puede parecer que la industria del videojuego no tiene mucho que aportar en el ámbito cultural. Cierto es que se encuentra saturado de obras con poca o nula introspectiva, crítica, análisis de nuestra sociedad, historia, etc.

Pero si escarbamos un poco, pronto nos damos cuenta de que esto no es necesariamente así: más allá de los “blockbusters” hay una amplia gama de obras (normalmente de pequeñas empresas y de desarrolladores independientes) con algo sustancial que decir. Uno de estos casos que quiero recomendar en este artículo es “Papers, Please”.

Desarrollado por el norteamericano Lucas Pope y publicado en 2013, “Papers, Please” parte de una premisa interesante: eres puesto en la piel de un padre de familia cuyo nombre es elegido en la “lotería de trabajo de octubre” para cubrir el puesto de inspector de uno de los controles fronterizos de “Arstotzka” (un país ficticio).

Desde el primer segundo somos recibidos por una música monótona y “opresiva” y con un apartado visual tosco dominado por los tonos oscuros y rojizos. Esto, sumado al apartado narrativo (el cual detallo más adelante), queda claro que Arstotzka hace de paralelismo con una antigua república soviética estalinista en un contexto que imita al de la guerra fría.

La jugabilidad se divide en días. En cada uno de estos días tienes que revisar que la documentación de cada individuo que hace cola para acceder al país esté en regla. Si lo está, estampamos el sello de “aceptado” en el pasaporte y le damos la bienvenida. En caso contrario, tenemos que detectar la discrepancia, estampar el sello de “denegado” y le impedimos la entrada.

Al final de cada día se te paga un salario irrisorio, el cual tendrás que decidir en cuánto gastas en comida, medicación, calefacción, etc. El dinero no da para todo siempre, así que más bien decidirás en qué apretarte el cinturón… Pero cuidado, esto trae consecuencias en la salud de tus familiares, los cuales pueden llegar a fallecer por frío, desnutrición o enfermedad.

El salario diario que recibes depende exclusivamente del número de aceptados y denegados con la documentación en regla o no, respectivamente. Por lo tanto, hay un incentivo por procesar los transeúntes lo más rápido posible sin cometer el error de aceptar quien no tiene toda la documentación en regla o de denegar la entrada a quien sí.

El primer día es sencillo: aparte de revisar información obvia, como la caducidad del pasaporte de cada sujeto, la primera orden que recibes del “Ministerio de Admisiones” es no dejar pasar bajo ningún concepto a ningún sujeto que no tenga nacionalidad de Arstotzka.

Conforme van pasando los días, y conforme de desenvuelve el panorama político interno y externo (asuntos que escapan a tu alcance), estas órdenes se van acumulando, anulando o transformando: pidiéndote que te adaptes en todo momento a estas complicaciones burocráticas que no hacen más que entorpecer tu jornada, pues la necesidad de procesar a los transeúntes lo más rápido posible sigue vigente para sacar la familia adelante.

De vez en cuando, tendrás interacciones interesantes con ciertos individuos los cuales quieren cruzar la frontera con distintos motivos y trasfondos. A menudo te plantean escenarios peliagudos, en los cuales te presentan dicotomías como: ¿Me mantengo firme con mano de hierro para no salir malparado con amonestaciones en mi salario o me permito empatizar y ser laxo en este caso? ¿Hasta qué punto? ¿Es justo que separe esta familia en dos porque una parte tiene la documentación en regla y la otra no? Son preguntas que sólo depende de ti responder.

Más allá de estas dudas, una cosa es cierta: que el videojuego te penaliza por estrictamente denegar o aceptar a alguien que no lo merecía, a veces por incluso detalles minuciosos como una incongruencia ortográfica en el nombre del individuo en su pasaporte y en su permiso de trabajo. Así que, como jugador que está interpretando este rol de inspector, estás incentivado, mecánicamente, a tratar a esta gente como simples números, a deshumanizarlos y a hacer caso omiso de sus súplicas y plegarias.

Hay múltiples finales en esta obra dependiendo de ciertas elecciones que hayas ido tomando durante la partida. El objetivo es llegar hasta el día 31, pero puede que te quedes prematuramente por el camino, ya sea por ser despedido, detenido, ejecutado, etc. Pero incluso aunque llegues al día 31, puede que te toque un final insatisfactorio. Es complicado “ganar” como tal, pero es que esta es la intención de la obra.

En todo este recorrido se te recuerda continuamente que no eres más que un engranaje insignificante en el gran aparato burocrático y opresivo al cual estás sometido. Los únicos aspectos de tu vida de los cuales tienes cierto margen de maniobra y de elección son en qué te gastas el salario y en cómo realizas tu trabajo. Eres una extensión de la burocracia, pero realmente no tienes elección: o ejerces tu trabajo como dictan desde arriba, o puedes acabar siendo despedido, o incluso peor. Eres simplemente una pieza de una gran maquinaria opresiva.

“Papers, Please” es una experiencia enriquecedora de este medio tan sobresaturado con mediocridad / UL

Cabe recalcar que temas como la frialdad, la violencia burocrática, la barbarie, no son rasgos exclusivos de la parodia estalinista del socialismo del cual trata la obra. Son la característica de sociedades desiguales, en la que una pequeña minoría se enriquece a costa de la opresión y explotación de la mayoría.

En el capitalismo, bajo la ambigua consigna de la “libertad”, esto se reduce a cosas como elegir qué capitalista te explota (hasta cierto punto, pues el mercado laboral es un laberinto incierto en sí mismo). Una vez dentro de la empresa, debes obedecer sumisamente las órdenes del capitalista y sus gestores o arriesgarte a la represión y al despido. Además, la burocracia de un Estado burgués forma igualmente un pilar fundamental de defensa de los intereses de la clase dominante, ejerciendo un enorme poder arbitrario sobre las vidas de millones y millones de obreros y jóvenes.

Es por todo esto que recomiendo “Papers, Please”. Es una experiencia enriquecedora de este medio tan sobresaturado con mediocridad. El videojuego es arte y cultura, y por ello creo que es importante reivindicar lo positivo y relevante de esta industria.

Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]

Para conocer más de la OCR, entra en este enlace

Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí