San Valentín: el amor antes, durante y después del capitalismo

Lo que en su origen fueron las Fiestas Lupercales romanas, festividad pagana alrededor del 15 de febrero que marcaba el fin del invierno y el comienzo de la primavera, fueron prohibidas y cristianizadas a lo que hoy conocemos como San Valentín, día de los enamorados[1]. Pero ¿quién es este tal Valentín y qué tiene que ver con el amor?

Nos remontamos a la Roma del siglo III d.C., momento en el que el cristianismo comenzaba a extenderse. El emperador Claudio II el Gótico promulgó una ley que prohibía a los jóvenes casarse para que pudieran alistarse al ejército. En desacuerdo, parece que un joven sacerdote llamado Valentín desafió esa ley y celebró matrimonios de jóvenes enamorados en secreto. Cuando fue descubierto, por supuesto fue arrestado, y además le exigieron devolverle la vista a su hija que había nacido ciega. La leyenda cuenta que se produjo el milagro, de ahí su santidad, que no lo salvó de ser ejecutado el 14 de febrero del año 269. Esta es la historia de su martirio, pero debemos viajar en el tiempo al siglo XX, que es cuando realmente este día se convierte en el actual San Valentín. O mejor dicho, día de la mercantilización del amor y de la exaltación del amor romántico capitalista.

Hasta mediados del siglo XX, esta fecha nos había llegado tan solo como un santo, sin celebración. Se le atribuye al empresario Pepín Fernández, dueño de las Galerías Preciados, la iniciativa de importar en 1948 esta celebración del mundo anglosajón a la península, de publicitar la idea de regalar flores, dulces y regalos a la persona amada, es decir, de fomentar el consumo. En 1951 decía en el ABC: “Si no existiera el Día de San Valentín, habría que inventarlo…”[2].

Desde luego, bajo el capitalismo, el amor está atrapado entre las telarañas del capital: individualismo y aislamiento, posesión monógama y consumismo desenfrenado. Esto es a lo que nos empuja un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la división de clases explotadas y explotadora: un sistema que limita nuestra vida y nuestras relaciones con jornadas de trabajo extenuantes, que imposibilita emanciparnos a no ser que sea compartiendo vivienda con una pareja estable, que no nos garantiza ninguna estabilidad sobre la que construir un proyecto de vida y aun así nos asegura que el modelo de familia monógamo y burgués es símbolo de éxito personal… Ya en siglo XIX, Engels escribió El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), partiendo de los estudios del antropólogo Lewis Morgan principalmente, para analizar en profundidad la evolución histórica de estos tres pilares.

En cuanto al amor y a la familia, al igual que otras categorías abstractas, Engels nos demuestra que no son un fenómeno suprahistórico y atemporal, sino que están estrechamente ligados al contexto socioeconómico cambiante de cada época y lugar. Recordando las palabras de Engels:

“Según la concepción materialista, el factor determinante de la historia es, en última instancia, la producción y reproducción de la vida inmediata. Pero esto en sí mismo tiene un carácter doble. Por un lado, la producción de los medios de subsistencia, de comida, ropa y vivienda y por lo tanto de las herramientas; por el otro, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. Las instituciones sociales bajo las cuales viven los hombres de una época histórica definida y de un país definido están condicionadas por ambos tipos de producción: por la etapa de desarrollo de la organización del trabajo, por un lado, y de la familia, por el otro” (todas las cursivas son nuestras).

De hecho, el modelo de familia ha cambiado a lo largo de la historia, desde la etapa más primitiva de promiscuidad hasta la actual monogamia, pasando por diferentes modelos de familia consanguínea, familia punalúa, matrimonios por grupos, etc. Engels explica que las primeras etapas son parte del propio desarrollo evolutivo, que va poniendo restricciones al incesto, pero la última etapa, la monogamia, es resultado del desarrollo económico, estimulado por el desarrollo de la propiedad privada. Engels afirma que con la monogamia, se derrumba la familia matriarcal, reemplazada por la patriarcal, y se asientan las bases para la opresión de la mujer y la esclavitud doméstica; la libertad e igualdad primitivas se convirtieron en su contrario:

“…la monogamia no aparece de ninguna manera en la historia como una reconciliación entre el hombre y la mujer, y menos aún como la forma más elevada de matrimonio. Por el contrario, entra en escena bajo la forma del esclavizamiento de un sexo por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos, desconocido hasta entonces en la prehistoria. En un viejo manuscrito inédito, redactado en 1846 por Marx y por mí, encuentro esta frase: «La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos». Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino. La monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo un regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos verifícanse a expensas del dolor y de la represión de otros. La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada, en la cual podemos estudiar ya la naturaleza de las contradicciones y de los antagonismos que alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad”.

La familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica de la mujer subyugada al marido / Dominio público

Esa desigualdad se traduce en las normas contradictorias de la monogamia: la fidelidad exigida a la mujer no se persigue o castiga tan firmemente en el hombre, para quien socialmente está más aceptado el adulterio y la prostitución; la familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica de la mujer subyugada al marido, pero que, a su vez, se ha incorporado al trabajo asalariado fuera de casa, lo que la obliga a compaginar ambos frentes sobre sus hombros; las normas morales y cristianas esperan de la mujer una figura obediente, pura y sumisa, que choca con la búsqueda de libertad de la mujer trabajadora… En definitiva, la monogamia se fundamenta y se alimenta de la supremacía del hombre sobre la mujer, de la burguesía sobre el proletariado. Entonces Engels, correctamente, se pregunta: “habiendo nacido de causas económicas la monogamia, ¿desaparecerá cuando desaparezcan esas causas?”. No podemos dar una respuesta exacta sobre la forma positiva que tomará el amor una vez derroquemos el capitalismo, lo que sí sabemos es que desaparecerán de la monogamia “todos los caracteres que le han impreso las relaciones de propiedad a las cuales debe su origen. Estos caracteres son, en primer término, la preponderancia del hombre y, luego, la indisolubilidad del matrimonio”.

Es indudable que con el fin de la producción capitalista, y junto a él, con el fin de la explotación y la subyugación, el amor florecerá en formas más libres y completas de las que jamás se han conocido. Pero eso corresponde a las futuras generaciones que reconstruirán la sociedad sobre bases socialistas, libres de toda opresión: “una generación de hombres que nunca se hayan encontrado en el caso de comprar a costa de dinero, ni con ayuda de ninguna otra fuerza social, el abandono de una mujer; y una generación de mujeres que nunca se hayan visto en el caso de entregarse a un hombre en virtud de otras consideraciones que las de un amor real, ni de rehusar entregarse a su amante por miedo a las consideraciones económicas que ello pueda traerles. Y cuando esas generaciones aparezcan, enviarán al cuerno todo lo que nosotros pensamos que deberían hacer. Se dictarán a sí mismas su propia conducta, y, en consonancia, crearán una opinión pública para juzgar la conducta de cada uno. ¡Y todo quedará hecho!”.

 

[1] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/verdadera-historia-san-valentin-origen-celebracion_15084

[2]  https://www.abc.es/historia/20140214/abci-valentin-llego-espana-201401281300.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fhistoria%2F20140214%2Fabci-valentin-llego-espana-201401281300.html

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