Elecciones en Euskadi: la rabia y el descontento social abren la puerta a un cambio de gobierno
Los resultados de las últimas convocatorias electorales han sido persistentes e inequívocos: el Partido Nacionalista Vasco, en el gobierno prácticamente desde los años ochenta, está perdiendo votos de forma acelerada. Sus prácticas propatronales, su abandono deliberado de servicios como la sanidad, incluso en medio de la catástrofe sanitaria que supuso la pandemia, o la educación, esenciales para la vida de los trabajadores y sus familias, ha desvelado claramente su carácter, ha demostrado con claridad para quien gobierna. Ya no funcionan los trampantojos habituales para despejar su responsabilidad de una mala gestión que llevan realizando más de cuarenta años.
Para muestra, un botón. El 12 de febrero, todos los sindicatos del gobierno vasco, menos la UGT, llamaron a una huelga general a toda la Administración pública vasca con un objetivo central, la lucha contra la precariedad. En su manifiesto afirmaban: “Mientras nuestras instituciones obtienen una recaudación récord y superávit presupuestario, la temporalidad toca su techo histórico con un 44%, y la pérdida de poder adquisitivo supera el 8% en los dos últimos años.” Así trata el gobierno vasco a sus propios trabajadores.
Otro dato muy interesante que demuestra el cambio de conciencia social son las necesidades palpitantes recogidas en la encuesta 40dB para El País, previa a las elecciones: la Sanidad, abandonada y dejándola arruinarse y desprestigiarse para dejar hueco a la sanidad privada, supone un 65,8% de preocupación expresada por los ciudadanos. En segundo lugar, la inflación con el 53,9%, la economía con el 41,8%, el paro y las condiciones de trabajo con un 35,9%, la desigualdad con un 30%, la vivienda… Todas ellas cuestiones sociales de altísima importancia para los trabajadores, los jóvenes, los pensionistas, que se sienten abandonados, que se han visto gravemente perjudicados por una gestión que no tiene como objetivo atender las necesidades sociales sino facilitar el negocio a su costa.
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El oasis vasco para unos pocos
El oasis vasco, el país idílico expuesto hasta la náusea por este partido como modelo superior al resto de comunidades, se disuelve cotidianamente, se demuestra falso para una importante mayoría de la población que ya está harta de propaganda. Por ejemplo, cuando experimenta en sus propias carnes la realidad, no la propaganda de los servicios públicos, tiene un problema de salud, y se dirige al centro atención primaria de su barrio y comprueba cómo han desaparecido o limitado, y tiene que esperar horas interminables en los servicios de urgencias. El oasis vasco existe, pero solo para una exigua minoría privilegiada que lleva acaparando desde hace décadas la administración vasca, la parasita con negocios clientelares, la famosa colaboración público-privada, y deriva los recursos públicos, necesarios para atender las necesidades sociales, a los bolsillos, siempre insatisfechos, de los empresarios.

Los servicios sociales se degradan año tras año, se privatizan, mientras florecen los negocios público-privados / ELA
Este gobierno del PNV, con su fiel escudero el PSOE, ha ido practicando políticas, que a pesar del autogobierno, de la industria y la riqueza que genera y de la disposición de importantes recursos, de hecho afirma siempre que sus presupuestos son los más sociales. Sin embargo, los servicios sociales se degradan año tras año, se privatizan, mientras florecen los negocios público-privados, y la presión fiscal sobre el capital disminuye.
Algunos datos nos ayudan a ver mejor la realidad y despejarla de la propaganda habitual auto laudatoria. Por ejemplo, un capítulo muy sensible es la Salud. El Gobierno vasco solo destina en relación con el PIB el 5,3% a nuestra salud. España dedica el 6,3%, y Europa el 7%. Este ha sido uno de los puntos que más ha cabreado a la población y a los propios trabajadores sanitarios que se han manifestado en múltiples protestas y huelgas en toda Euskal Herria, denunciando la mala gestión del gobierno. En momentos como la pandemia, en los que a pesar de haber recursos y de ser una situación excepcional, no se han incrementado los recursos públicos disponibles y sin embargo se han seguido cerrando infraestructuras sanitarias de cercanía, no se ha incrementado ni repuesto el personal sanitario necesario, lo que ha provocado las listas de espera, la desesperación de los enfermos que se ven abandonados, el incremento “esperado” de los seguros privados, etc…
La educación pública está en retroceso en Euskadi, la educación privada concertada supone el 50% del sistema. En España la concertación supone un 33% (a pesar de ser el segundo país de Europa de educación financiada con fondos públicos). La educación privada media en Europa es del 20%.
Fiscalidad, en el Ranking de Competitividad fiscal, Euskadi comparte cabecera con el paraíso fiscal de Ayuso en Madrid, siendo un indicador de cuán atractivo es el territorio para los inversores extranjeros y que significa bajos impuestos a la gran empresa.
Industria, a pesar de las medallas que el gobierno vasco se autoimpone de favorecer la industria en Euskadi, la realidad es tozuda. La industria, que proporciona mayor riqueza, mayor valor añadido y por lo tanto mejores salarios y condiciones de trabajo, está en claro retroceso en Euskadi. En 1977, suponía el 49% del PIB, sin embargo en 2018 era el 24% . El trabajo en la industria se ha ido destruyendo a pasos agigantados. En los últimos 12 años se han perdido 60.000 empleos.
Poder adquisitivo, el poder adquisitivo, un indicador fundamental que marca nuestra capacidad de adquirir bienes y servicios, ha descendido casi 5 puntos en los últimos 5 años. Es el encarecimiento del coste de vida, el peor dato de todo el Estado. Esta pérdida de poder adquisitivo ha provocado movilizaciones importantes y huelgas en Euskadi que, como recoge el Anuario 2023 del sindicato ELA, han sido largas y duras en muchos casos.
Otros datos para ilustrar la situación de la población más castigada los da el Informe FOESSA 2022 para Euskadi. En él se hace referencia a que, a pesar de haber una mejor situación social en Euskadi respecto al Estado, no oculta un deterioro notable de las tasas de exclusión, especialmente de la severa entre 2018 y 2021. El porcentaje de población en situación de exclusión social se ha incrementado en casi un 20%, pasando del 13,9% al 16,3 % de toda la población. El cambio más significativo se refiere, sin embargo, al notable incremento del número y porcentaje de la población en situación social severa, que pasa del 4,4% de la población al 9%. El 24,4% de la población está afectado por una situación de exclusión económica.
La inestabilidad laboral también se ha degradado de forma importante, si en 2018 la proporción de hogares en esta situación en Euskadi era del 2,3%, en 2021 alcanzó el 12,9%, superando de esta manera la incidencia de estas situaciones en los hogares del conjunto de España.
Un Gobierno para los ricos
Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras. En 2022, el gobierno central aprobó un nuevo impuesto para determinados bancos y empresas energéticas. Con ese cambio se pensaba recaudar aproximadamente 7.000 millones de euros en dos años, 4000 de las energéticas y 3.000 de la banca. Se trataba de un gravamen temporal que en modo alguno suponía la modificación del impuesto de sociedades.
La reacción ante esta propuesta fue visceral por parte de bancos, empresas energéticas y la CEOE. Entre ellas debe citarse la de Josu Jon Imaz, ex consejero de Industria del Gobierno Vasco y ex presidente del PNV. Imaz defendía el libre mercado y valoraba la prestación patrimonial planteada por el gobierno como discriminatoria. Opinaba que era contraria a la actividad empresarial y el empleo, para señalar finalmente que “alguna institución” en referencia al poder judicial determinará el carácter discriminatorio de la iniciativa. Imaz es consejero delegado de Repsol.
Se debe subrayar la solidaridad mostrada con Josu Jon Imaz por el Lehendakari Urkullu cuando dijo que “a nadie le gusta que le suban los impuestos así como así”. El máximo responsable del gobierno vasco se aliaba con Repsol Petronor.
Esta es la foto que quintaesencia el carácter del gobierno PNV -PSOE. Un gobierno al servicio de las rentas altas del capital y empresariales.
“Si los trabajadores protestan por despidos, si hay concentraciones ciudadanas para evitar un desahucio, si la juventud expresa su hartazgo contra las políticas que le condenan a un futuro sin expectativas, si las personas migrantes exigen sus derechos … en esos casos y otros, en vez de buscar soluciones que resuelvan o palíen sus problemas, los gobiernos recurren a la represión. Para el capitalismo no existen causas que generen las injusticias sobre las que se debe actuar políticamente, nunca reconocerán que una buena parte de los conflictos tienen su origen en la propia naturaleza del sistema capitalista que legitima la apropiación del capital sin límite. Solo serían problemas de orden público”.
Estas palabras de Txiki Muñoz, anterior secretario general de ELA hablan claramente de su experiencia como responsable del mayor sindicato vasco.
El 22 de junio de 2016, por cierto, el pleno del Parlamento Vasco decidió no aplicar la ley Mordaza, sin embargo, contra esa decisión, el gobierno vasco la utiliza con total normalidad.
Esta caracterización de la respuesta policial frente a reclamaciones y protestas sociales es la realidad viva como hemos visto claramente en las últimas semanas en Vitoria, San Sebastián, Tolosa…, marca de la casa de un PNV, que quiere seguir cambiando de caras pero imponiendo, si es necesario por la fuerza, las mismas políticas antisociales.
La alternativa

A nadie se le oculta el importante giro a la derecha, a la moderación, y a la socialdemocracia, que ha dado EH Bildu en los últimos años / EH Bildu, Twitter
Afortunadamente, en Euskadi la derecha españolista tiene bases muy débiles y no hay una previsión de avance electoral en este sentido. A la burguesía vasca le basta con el PNV.
Lo significativo en Euskadi es que, en las últimas elecciones, se ha visto claramente cómo el ambiente social que describíamos anteriormente le ha pasado factura al PNV, que ha perdido muchos votos y perdería dos escaños, según el Sociómetro del gobierno vasco. Por el contrario, EH Bildu ha crecido exponencialmente, y aumentaría 8 escaños según el mismo organismo; pudiendo, según las últimas encuestas, ser el partido más votado en las elecciones del próximo 21 de abril. Al margen de los resultados definitivos, que ya analizaremos, esta situación demuestra el fin de un período, la necesidad para una parte importante de la población de dar un giro radical en las políticas públicas: sanidad, educación, vivienda, cuidados…
Pero la realidad política práctica es que la oposición a este gobierno PNV-PSOE por parte de EH Bildu y Elkarrekin-Podemos (o, para el caso, Sumar) no ha cuestionado los ejes centrales del gobierno en Sanidad, Educación… más allá de las palabras, ha dejado hacer; e incluso tanto en el parlamento español como en el vasco han sancionado con sus votos políticas totalmente insatisfactorias para los trabajadores y sus familias.
A nadie se le oculta el importante giro a la derecha, a la moderación, y a la socialdemocracia, que ha dado EH Bildu en los últimos años, y esto no sólo en la cuestión territorial. Sobre todo, y principalmente, en las cuestiones sociales y económicas. Claramente, la dirección de EH Bildu parece querer disputarle a PNV y PSOE el papel de principal de conciliador entre las clases, y aparecer como “pragmático” y “realista”.
Así, la última ocurrencia del candidato de EH Bildu en la antesala de la campaña electoral, ha sido proponer crear un fondo de inversión público para entrar en el accionariado de las grandes empresas vascas, captando fondos privados de pensiones para este fin. En lugar de reclamar pensiones 100% públicas y la nacionalización de las grandes empresas vascas, bajo el control de sus trabajadores, propone fomentar una “nueva cultura empresarial” y “compromisos en ambos sentidos”, es decir, de empresas y sindicatos[1]. En esta senda, también debemos resaltar la escisión que se dio hace pocos años de un sector muy significativo de la juventud abertzale, que rompió con el nacionalismo vasco y abrazó de manera consistente el comunismo internacionalista, formando el Mugimendu Sozialista.
Desvergonzadamente, la dirección de Sortu (principal integrante de EH Bildu) y de direcciones locales y ayuntamientos de EH Bildu han desatado una campaña de demonización y ataques contra el Mugimendu Sozialista para tratar de desacreditarlos, campaña que hemos denunciado y ante la que nos solidarizamos incondicionalmente con los compañeros del MS.

La dirección de Sortu y direcciones locales y ayuntamientos de EH Bildu han desatado una campaña de demonización y ataques contra el Mugimendu Sozialista / GKS, Twitter
No obstante, pese a todas estas insuficiencias, es innegable que una capa significativa de la clase obrera, deseosa de un cambio y harta de las políticas derechistas y propatronales del PNV, utilizará el voto a EH Bildu para castigar a aquél. Más aún, cuando la posibilidad de un “sorpasso” al PNV en estas elecciones es una posibilidad cierta. Pero también tenemos que hablar claro, en la mejor de las probabilidades, un gobierno de EH Bildu, en un hipotético e improbable pacto con el PSOE o el PNV, no podría resolver nada fundamental sin una ruptura total con su actitud conciliadora hacia la burguesía vasca y sus limitadas propuestas reformistas. Se enfrentaría a la misma tesitura del actual gobierno PNV-PSOE de tratar de gestionar la crisis capitalista en el ámbito vasco. Y más claramente que en el caso del PNV, las expectativas que pudiera despertar en la clase obrera vasca un gobierno de EH Bildu, aunque fuera en minoría, colocarían a la izquierda abertzale entre dos piedras de molino, si tratara de dar satisfacción a la tarea imposible de contentar al mismo tiempo a la burguesía y a los trabajadores.
Es por ello que, independientemente de la opción que tome la mayoría de la clase obrera y de la juventud vasca en estas elecciones para frenar a la derecha españolista y vasca, lo fundamental se decidirá en la lucha y en la calle y es lo que animamos a hacer. Además, lo que se necesita es preparar una verdadera alternativa comunista internacionalista, que defienda en su programa la nacionalización bajo control obrero y sin indemnización de las grandes empresas, y la lucha por el socialismo internacional, al mismo tiempo que la defensa del derecho democrático del pueblo vasco a su autodeterminación. Esta es la tarea en que está empeñada la Organización Comunista Revolucionaria en Euskal Herria e internacionalmente, como parte de la Internacional Comunista Revolucionaria.
[1] https://www.eldiario.es/euskadi/eh-bildu-propone-crear-fondo-soberano-vasco-invertir-empresas-supere-1-000-milllones-euros_1_11256722.html
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